martes, 4 de febrero de 2014

Diciembre...

Dic. 05. 2013.

Un segundo están todos corriendo a tu alrededor y al siguiente, sin siquiera darte cuenta cuándo, ya están en otro lugar fua de tu alcance, algún hospital, clínica, cerca, lejos, quién sabe...

El shock no te deja pensar con claridad, lo único que da vueltas en tu cabeza, las únicas palabras que eres capaz de pronunciar son: "Por favor, te lo suplico, resiste, no me abandones, te amo."

Te miras al espejo, aún en shock, ves que tus manos... no, todo tu cuerpo está a mitad de una crisis nerviosa, tiemblas sin control alguno, como si estuvieses en medio de una hipotermia, tus ojos están rojos, como si hubiesen inyectado sangre en ellos, tus labios están pálidos, casi blancos, tus dientes tintinean, no puedes pronunciar tres palabras sin ahogarte o peor aún, romper en llanto, lo que pase primero.

Las personas que se fueron con ella no escriben, no llaman, no responden, no sabes absolutamente nada. Te desesperas aún más, sientes que todo se termina de venir encima de ti, luchas contra un colapso inminente, te repites a ti mismo que tienes que ser fuerte, no por ti, por ella.

Al fin, luego de horas que parecieron eternas, recibes noticias, no buenas, pero tampoco son malas, no está bien, pero está viva, eso es lo que importa por ahora, está viva.

Tu mundo vuelve un poco a la normalidad, aunque aún no te permiten verla, no importa, está viva, es lo único que vale.

6, 7, 8, 9, 10, dic. 13.

Pasa un día, otro, otro y otro, aún no la ves, todos la ven, menos tú, lo que ha pasado no es un juego, sabes que casi muere, que casi la pierdes.

12. dic. 13

 5:00am

Llega el tan esperado y temido día de la cirugía "menor", entra al quirófano a las 5:00am, a las 7:00am comienzan, así como empieza la "operación sencilla" da inicio la angustia de los familiares. Encadenados a la sala de espera, esperando a algún hombre o mujer de bata blanca que les diga algo, sentimientos a flor de piel, más de quince personas observando fijamente esa puerta de cristal, esa que cada que suena hace que sus corazones den un vuelco, han pasado más de tres horas, se suponía que serían sólo 45 minutos.

Resulta que el daño es mayor al que creían, el médico encargado les informa: "Se complicó un poco, aún no está fuera de peligro, hay que esperar más..."

12. dic. 13

1:37pm.

Sufrió otro infarto durante la culminación de la cirugía, exactamente cuando estaban suturando la "pequeña" insición que le hicieron. Afortunadamente lograron salvarla.

12. dic. 13

5:35pm

Despertó, hay que esperar su evolución, rogar que se sienta relativamente bien, ha sido fuerte, muy fuerte, queda esperar que lo siga siendo, que en pocos días vuelva a casa, abrazarla como todos los días, besarla y decirle: "Gracias, de verdad, gracias por ser tan fuerte, te amo".


El 5 de Diciembre del 2013, mi abuela sufrió un infarto casi fulminante.

El 19 de Marzo del 2015,mi abuela se despidió de éste mundo y mi vida cambió para siempre.
                       


lunes, 11 de noviembre de 2013

Mis Escaleras...

Bueno, hoy cambian un poco las cosas, hoy no hay melodramas ni cosas estúpidas que me pasan a diario. Hoy quiero compartir con ustedes el primer cuento que escribí desde que llegué a la universidad.

Éste cuento fue una actividad que mi profesora de Redacción Creativa, Martha Durán quien también es escritora nos asignó. Consistía en leer un cuento (que ella había escrito y publicado) y contar la historia desde el ángulo de otro personaje, específicamente un niño llamado Nando, pero bueno, aquí lo dejo: 

El cuento principal se titula "El Patio" y lo pueden leer, si gustan, acá: http://circulodepoesia.com/nueva/2010/01/cuento-venezolano-actual-no-10-martha-duran/


En el patio éramos muchos, demasiados diría yo. Por cierto, mi nombre es Nando, y odiaba con cada centímetro de mi ser ese estúpido patio, el único lugar donde me sentía seguro era en esas escaleras, sentarme en un escalón, cual fuera, observar a los otros niños correr de las voces de sus padres cada noche luego de ser llamados para entrar a sus respectivas casas, siempre intentando adivinar cuál de ellos sería el primero en ser llamado, ya que adivinar el último era estúpido, considerando que siempre, sin excepciones, era yo.

Mientras ellos jugaban y yo observaba, escuchábamos los susurros de nuestros padres, quienes tenían cierta fascinación por tres palabras específicas: "sacrificio", "dignidad", pero sobre todo "mañana". Ésta última la pronunciaban casi sin tocarla, como si tuviesen miedo de ella, la escuchábamos casi aislada, como si fuese del mismo idioma que las demás, la repetían con un tono especial, bajito, como para no molestar ni despertar a nadie. Los demás niños le tenían un miedo terrible a ésta palabra, les asustaba esa extraña manera de pronunciarla, a mí realmente no me importaba, siempre pensé que las palabras inentendibles de los adultos eran sólo uno de sus métodos para asustar a los más chicos, no quería saber qué significaban... ¿Para qué?

Esas escaleras eran mi refugio, el lugar donde podía olvidarme de todos los problemas que ocurrían a mi alrededor aunque fuese por unas cuántas horas. Sus escalones se escurrían entre las lineas que los separaban. Nunca me importó el lugar donde me ubicaran, todos los escalones para mí eran perfectos y estaban llenos de paz... y bueno, dado que era el menor, no era como que pudiese opinar mucho al respecto. Al antojo de Ángel, el mayor del grupo, éramos acomodados, un verdadero amante a la fotografía que nos organizaba en parejas alegando que sus ojos eran "un lente que se abre y se cierra de acuerdo a los caprichos de la imagen":

Una mañana, mientras desayunaba con mi madre en el pequeño comedor de la cocina, noté que sus ojos estaban muy hinchados, estuvo llorando nuevamente, se había vuelto cosa de todos los días verla así: callada, casi aislada de su realidad, Pero a pesar de eso nunca logré acostumbrarme, extrañaba sus risas, escucharla cantar a hacer cualquier tarea del hogar, me llenaba de paz y alegría... cuando se volvió gris, yo me volví gris con ella. Se hacía tarde para ir a la escuela y aún mi padre no salía de su cuarto, realmente no me molestaba, no disfrutaba en absoluto de su compañía desde hacía varios años. No hay margen capaz de disimular lo que no se quiere ver, lo que vi esa mañana que tanto me marcó:

Dos señores con ropas idénticas tocaron a nuestra puerta, al entrar se sentaron en la sala a la espera de mi padre, éste se rehusaba a salir de su cuarto, cosa que no terminaba de comprender, luego de unos veinte minutos los señores perdieron la paciencia y le dijeron a mi madre "No queríamos llegar a ésto, pero no podemos seguir perdiendo nuestro tiempo", forzaron la puerta del cuarto de mis padres, consiguiendo a mi padre intentando escapar por la ventana trasera, entre ambos hombres lo sujetaron y lo sacaron a empujones de nuestra casa hasta llegar al patio, donde se encontraban todos nuestros vecinos, atónitos, por supuesto. De repente recordé que había dejado a mi madre sola al ir tras los señores, cuando volteé para ver dónde estaba, pasó corriendo a mi lado, y en menos de diez segundos ya estaba al lado de los hombres que lo llevaban, llorando desesperadamente, al verla tan alterada, no pude retener las ganas de llorar, tanto por la impotencia de ver a mi madre tan angustiada como por la rabia de saber que el culpable de su angustia era mi padre, como de costumbre.

Ángel y yo nos hicimos amigos desde ese día, supongo que se acercó a mí por lástima o compasión, quién sabe... recuerdo que su juego favorito era recordar cosas imposibles, canciones, programas de televisión, nombres de personas casi desconocidas, todo servía siempre y cuando fuese absolutamente difícil de recordar. A veces le preguntaba cosas que ni yo mismo recordaba.

Algunas veces dormía en su casa, lo hacía porque no soportaba escuchar el llanto de mi querida madre, su dolor me lastimaba en lo más profundo del alma. Todos sabían que era cierto, ya que las paredes de las casas son prácticamente adornos para darnos la sensación de tener una milésima de privacidad.

Han pasado muchos años, ya no puedo ver a mi madre volviéndose cada vez más y más gris, arrastrándome con ella en su infelicidad, ya no puedo seguir fingiendo ser feliz, o relativamente feliz, jamás volví a saber de mi padre, debe estar muerto, preso o quién sabe en qué país estará escondido, la cosa es que he decidido acabar con todo ésto...

Me encuentro tendido en las escaleras, esas escaleras que me vieron crecer, reír, llorar... y ahora me verán morir, mis escaleras. Justo ahora no puedo abrir los ojos, pesan demasiado, tengo algo de sueño, así que les contaré a ustedes, mis queridos amigos invisibles, lo que me ha sucedido, tratando de ser lo más breve posible:

Me disponía a salir de casa, lejos de too, a algún parque, puente, no tenía muy claro donde, sólo sabía que quería irme lejos, lejos para poder morir en paz, pero antes de salir mi madre me llamó, me sonrió como antes, como no lo hacía desde hacía más de 15 años y me dijo "Te amo hijo, hasta luego...". En ese preciso instante me arrepentí de todo lo que pretendía hacer, no podía dejarla sola como él lo hizo, iba a caminar hacia ella cuando tropecé con unas metras que algún niño del patio habría dejado regadas allí, resbalé y caí de espaldas a las escalera, aterrizando con mi cabeza en el primer escalón, mi cabeza dolió unos segundos, sentía mi sangre derramarse, mis costillas rotas, brazos, todo dolía horriblemente, en mis pensamientos sólo estaba ella, mi madre, la había defraudado, la abandoné vilmente, pero no, no como él lo hizo, yo siempre la amé y me mantuve a su lado a pesar de cualquier circunstancia. Pronto el sentimiento fue desapareciendo, lo único que me permite estar en paz ahora, es que dormiré con el rostro de mi madre por siempre en la memoria, con su hermosa sonrisa, y bueno, creo que llegó el tiempo de despedirse, mi sueño aumenta, gracias queridas Escaleras, gracias por ser partícipes de los acontecimientos importantes de mi vida... y de mi muerte.

lunes, 10 de junio de 2013

Explicaciones.

Tuve una fuerte discusión con mis labios, ellos no quieren, no pueden entender que te hayas alejado, no comprenden por qué no quieres besarles, ¿Será que no saben besar? No, no es eso, es que no te gusta lo suficiente cómo te besan, me echan la culpa, me critican, y me han prohibido tocar otros labios que no sean los tuyos. Mi cintura no quiere entender que no es su culpa, que no es que ya no sea diminuta y cómoda, el problema es que no es suficiente para ti. Mi espalda está en mi contra, me proporciona dolores horribles, como los que tú sufres a veces, pero lo hace porque ahora me odia, odia saber que no es lo suficientemente linda como para recibir tus besos. Mis manos, de un día para otro se han vuelto ásperas, cuando ayer eran dulces y suaves, piensan que tal vez sean demasiado pequeñas, y eso no es suficiente para ti. Mis ojos están inundados, las lágrimas caen de mis retinas como si fuese El Salto Ángel. Mi cuello, que se ha aliado con mi espalda, no me deja ni mirar a los lados sin ocasionarme un terrible dolor.  Mi aliento ya no es cálido, ahora es frío, tanto que siento como mi garganta se congela con cada suspiro. Mis cigarrillos fueron muy considerados conmigo, no me reprocharon absolutamente nada, cumplieron su labor de llenar mis pulmones con su veneno en silencio. Los dolores de mi estómago, que habían desaparecido casi por completo, han vuelto más fuertes y agudos que nunca, las mariposas eran las únicas que podían mantener a raya el dolor y ya han muerto. Mis piernas se sienten débiles, sensibles al saber que nunca más sentirán el roce de las tuyas.  Mis brazos sienten que no tienen razón de ser, su único placer era rodear tu figura, y hasta eso les ha sido vetado. Mis cuadernos han sido quemados, no soportaron el hecho de que ya tu nombre jamás se posaría en sus páginas, de alguna manera que aún no logro explicar, se volvieron cenizas ante mis ojos, está de más decir que mi diario se esfumó con ellos. Ayer tuve mi último sueño contigo, también mi primera pesadilla, en la cual tú también eras el protagonista, pero ésta vez no fue una historia llena de amor y fantasía, sólo eras tú repitiendo una y otra vez, esa horrenda frase "No, no me gustas lo suficiente." una y otra y otra y otra vez, sólo pude despertar de ese horrible sueño gracias a mis lágrimas, que estaban haciendo que me ahogara. Mis oídos se rehúsan a escuchar palabra alguna que venga de tus labios, porque saben que ya no serán palabras dulces, serán frías como el hielo, como mi interior. Mi voz hoy descansó, no me atreví a cantar por miedo a reventar en llanto porque cada letra, cada oración de todas las canciones que tanto amo suenan a ti y sólo a ti. La Luna me llamó anoche, estaba agobiada porque no salí a conversar con ella, pero no pude aceptar que me viera en tan mal estado. Alegría y Tristeza por primera vez en años no están peleadan, Alegría no para de llorar y Tristeza la consuela, es consciente de que la función de una es estar mal, mientras la de la otra es estar bien, y por primera vez en su vida, Tristeza debe ser fuerte por Alegría, para que ésta no se derrumbe por completo. Con las últimas dos no me he podido enfrentar, mi cerebro está atiborrado de recuerdos, pensamientos, letras, consonantes, sílabas, palabras, oraciones, párrafos infinitos dirigidos a ti y sólo a ti. Y mi corazón se resignó a que de nuevo, al final del día, no fue suficiente.

domingo, 9 de junio de 2013

Miles de interrogantes.

¿Cómo hacer si todo lo que está a mi alrededor me recuerda a ti?

Miro a todos lados y sólo veo tu rostro. La blusa que usé el día que te conocí. El día que confesaste que me querías; las avenidas que nos separaban y hoy -más que nunca- son un abismo entre nosotros.

¿Qué hago si mis labios sólo piden... no, no los piden, exigen y demandan que los beses con locura?, ¿cómo le explico a mi cintura que ya no sentirá tus manos rodeándola por sorpresa? 

¿Quién me ayudará a explicarle a mi espalda que tus labios no la besarán de nuevo? ¿Con qué cara le digo a mis manos que ya nunca más sostendrán las tuyas? ¿Cómo le explico a mis ojos que jamás volverán a ver que los tuyos los miren con amor?

 ¿Cómo le explico a mi cuello que ya no será víctima de tus furtivos besos? ¿Con qué argumento justificaré ante mi aliento el hecho de que ya el tuyo no se mezclará con él? ¿Qué pensarán mis cigarrillos cuando se den cuenta que inhalo su mortífero alquitrán con tristeza y pena? ¿Cómo se sentirá en estos momentos mi estómago al saber que las mariposas ya no se hospedarán en él?

 ¿Y mis piernas, podrás algún día perdonar el hecho de que ya no podrán descansar sobre tu regazo? ¿Cómo le explicaré a mis brazos que tienen prohibido rodearte? ¿Cómo le digo a mis cuadernos que ya no escribiré tu nombre en cada uno de sus rincones? ¿Cómo le explico a mi diario que ya no serás el protagonista de mis historias? ¿Cómo le voy a hacer entender a mis sueños que es tiempo de abrirle paso a las pesadillas, ya que todos los sueños hermosos que mi subconsciente formula tienen que ver contigo?

¿Cómo haré para explicarle a mis oídos que no escucharán más palabras hermosas de tus labios dirigidas a mí? ¿Cómo le digo a mi voz que ya no puede cantar pensándote? ¿Cómo le digo a mis canciones que ya no pueden ser dedicadas a ti? ¿Cómo se supone que voy a hacer que la Luna comprenda que ya no subiré al techo a hablarle de lo hermoso que es todo esto que siento? ¿Qué le diré a mi alegría para que no se enoje al saber que hablé con mi tristeza para que la suplante por un tiempo? Pero creo que las más importantes son:

¿Cómo le explicaré a mi cabeza que tu visa para vivir en ella expiró y que no hay manera de alargar tu estadía? ¿Y mi corazón? Corazón, perdón, perdón por hacerte sentir tanto dolor, por hacer que te pongas triste y hacer que creas que tu labor de bombear sangre a todos lados perdió el sentido, por paralizarte por 3 segundos al entender todo esto, por favor perdóname, perdóname por enamorarme y elevarte al cielo en nubes rosadas y verdes, perdón porque ahora te traigo al suelo en caída libre y sin nada que te ataje, perdón por quebrarte una vez más.

sábado, 8 de junio de 2013

Mentiras.

¿Olvidaste todas esas promesas que hicimos? ¿Olvidaste acaso todas aquellas palabras hermosas que recitaste a la luz de esa luna que siempre era nuestro único testigo? Aquellas tardes en las que sólo importábamos tú y yo ¿Las olvidaste también? ¿Por qué de un momento a otro dejas todo atrás, y peor aún, esperas que yo olvide todo con la increíble facilidad con la que tú lo hiciste? Tu desfachatez y cinismo rayan en lo absurdo, al parecer quieres dejar bien claro lo poco que te importó todo lo que sucedió, todo lo que vivimos juntos, para ti todo significó menos que nada, y sin importarte en lo más mínimo lo que yo sienta, si me duele, si me lastiman o no cada uno de tus comentarios bajos, gritas a los cuatro vientos que nunca supe hacer lo que me correspondía, que sólo para pelear y amargar tus días servía, no te preocupaste en ningún momento por pensar cómo me sentiría yo al escucharte decir esas cosas sobre mí, cómo me sentiría al darme cuenta de que sólo yo te quise, de que tú disfrazabas tu desprecio con amor, de que esa persona, la persona que yo creí ser la mejor que existía en este mundo, resultó ser una mentira, una vil y sucia mentira, una mentira a la cual fui fiel por años,  por la cual di la espalda a tanta gente, y obviamente, es la misma mentira por la cual lloro todas las noches, no por ti, porque sé que no es por ti, lloro porque no comprendo cómo pude permitirme vivir bajo esa mentira por tanto tiempo.